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El tabú del dinero en lo erótico
Desde la infancia, nos enseñan que el placer “debe ser gratis” para ser verdadero. Que si hay dinero de por medio, algo se ensucia.
Esto ha generado una enorme represión, sobre todo hacia quienes trabajan con el cuerpo o el deseo.
La sexualidad y el dinero son dos fuentes poderosas de energía, placer y libertad. Pero juntas… provocan miedo.
Y no es casual. Es una forma de control.
Erotismo económico: ¿existe?
Sí, existe. El erotismo económico es la capacidad de reconocer que el deseo también tiene valor. Que puede circular, sostenerse y empoderarse con dinero sin perder dignidad.
No se trata solo de intercambios sexuales pagados. También de entender cómo el dinero influye en tu capacidad de sentirte deseable, segura o libre.
Explorar esta dimensión te permite romper con la idea de que el erotismo solo es válido si es gratuito.
Placer pagado y dignidad
Muchas personas viven del deseo. Y no por eso están vendiendo su alma.
Hablar de placer pagado no es romantizar la explotación. Es reconocer que existe una forma ética, consensuada y profesional de hacerlo.
Si te interesa conocer más sobre este enfoque, te recomiendo este artículo sobre pornografía ética y sostenible.
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Dinero, autoestima y merecimiento
El dinero activa muchas creencias sobre el merecimiento.
Si crees que el placer debe ser sufrido o escondido, recibir dinero por tu expresión sensual puede activarte culpa.
Sanar esto requiere revisar qué has aprendido sobre tu cuerpo, tu valor y tu derecho a recibir.
Para creadores: erotismo como trabajo
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Necesitas una base sólida. No solo emocional, también estratégica.
Este artículo sobre cómo construir una marca personal erótica puede ayudarte a posicionarte con profesionalismo y autenticidad.
Además, si vendes sin mostrar el rostro, explora esta guía sobre cómo vender contenido sin mostrar la cara.
Reconciliar deseo y economía
No tienes que elegir entre placer o dignidad.
No tienes que separar el deseo de la abundancia.
Tu sensualidad no te hace menos profesional. Y tu profesión no invalida tu deseo.
La clave está en reconectar con tu autonomía, consentimiento y valores.
La economía del deseo no es solo para vender: es para sanar.
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