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Hace poco me dio por jugar a ser socióloga. La inspiración vino de ese bombardeo constante de anuncios sobre IAs que retocan la realidad en fotos y vídeos hasta hacerla irreconocible. Decidí que era hora de hacer mi propia prueba de campo, y admito que mis métodos fueron… poco ortodoxos. Necesitaba conejillos de indias, y sabía exactamente dónde encontrarlos.

🧪 El experimento

El experimento comenzó frente a la cámara. Me grabé en una pose estudiadamente sexy, llevando mi sello personal: esa lencería «La Lioparda» que no falla.El vídeo era pura atmósfera; yo jugando con la tensión, mis manos recorriendo mi piel, acariciando y realzando mi pecho de forma sugerente. Era hipnótico, diseñado para capturar la mirada. Pero aquí viene el truco. Una vez grabado, le ordené a la inteligencia artificial que hiciera su magia: eliminar por completo el tatuaje que llevo en el pecho. La IA obedeció.El resultado era un vídeo impecable, sensual, y con una mentira visual flagrante en primer plano.Le enseñé el vídeo a una decena de hombres. El espectro era amplio: desde amigos platónicos hasta conocidos, e incluso alguno con quien la confianza traspasa la barrera de la amistad (ya me entendéis, había historia entre las sábanas). A todos les advertí, con una sonrisa inocente:

«Oye, mira esto, es una prueba que estoy haciendo».

¿El resultado? Fascinante y aterrador a partes iguales.

Ni uno solo se dio cuenta.

Estaban tan absolutamente fijados en el movimiento, en la insinuación, en el contorno de mis pechos bajo la lencería, que el hecho de que faltara un elemento permanente de mi cuerpo pasó totalmente desapercibido. El tatuaje había desaparecido y nadie lo echó en falta.

👁️ ¿Ceguera o elección?

Esto me llevó a la pregunta que realmente quería explorar. Cuando les mostraba el vídeo, ¿estaban biológicamente tan distraídos por el estímulo sexual que su cerebro literalmente borró el resto de la información? ¿Era una incapacidad real de procesar el detalle?¿O quizás hay algo más profundo y retorcido? Quizás, en el fondo, preferían la ilusión. Quizás la promesa del placer, la fantasía de verme «magreándome» (por usar un término técnico), era tan poderosa que eligieron inconscientemente no ver la realidad alterada. Preferían pensar que todo lo que veían era real, porque la realidad editada era más excitante que la verdad. Elegir creer en la mentira porque la mentira te da lo que quieres en ese momento.

🚩 De los escotes a las Red Flags de la vida

Y aquí es donde mi pequeño experimento sociológico deja de ser una anécdota picante y se convierte en una bofetada de realidad aplicable a todo. Si diez hombres pueden ignorar que falta un tatuaje porque están demasiado ocupados mirando un escote, ¿qué estamos ignorando nosotros en el resto de nuestras vidas? Nos pasa constantemente. Nos fijamos tanto en lo que queremos ver o conseguir, que nos volvemos ciegos a lo evidente.

  • En un negocio, te obsesionas tanto con la promesa de una rentabilidad millonaria que no ves (o eliges no ver) que el socio es un vendehúmos, que los números no cuadran, que las red flags ondean delante de tu cara como banderas gigantes. Pero la promesa del éxito es tu «vídeo sexy», y decides ignorar que falta el tatuaje de la seguridad.
  • Al conocer a una persona, pasa lo mismo. La atracción, la química, las ganas de que esta vez sí funcione, hacen que pases por alto comportamientos tóxicos, inconsistencias o faltas de respeto. Tu cerebro quiere la fantasía, así que edita la realidad en tiempo real, borrando las señales de advertencia para que puedas seguir disfrutando del espectáculo.

Quizás la verdad más descarada de todas es que, a menudo, preferimos una mentira hermosa a una realidad decepcionante.

Mi experimento demostró que el deseo es el mejor ilusionista. La pregunta ya no es si somos capaces de ver la verdad, sino si estamos dispuestos a sacrificar la comodidad de la fantasía para afrontarla.

La pregunta final.
¿Y tú? ¿Alguna vez te has dado cuenta tarde de que tu cerebro había «borrado con IA» una red flag gigante solo porque querías creer en la fantasía?
Me encantaría leer tu confesión en los comentarios. 👇

✨ Sobre mí

Soy Sandra. Trabajo en la industria adulta y también soy creadora de contenido erótico. Escribo porque necesito poner palabras a lo que vivo: mis límites, mis dudas, lo que aprendo, la seguridad que busco y las dinámicas humanas que nos atraviesan cuando trabajamos con el deseo, la intimidad y la presencia.

Además de compartir mis experiencias en este blog, desarrollo contenido visual y proyectos creativos en plataformas para adultos. Si quieres conocer esa otra parte de mi mundo, puedes visitar mi perfil como creadora de contenido en Sexon.

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⚠️ Aviso Legal
Este artículo tiene un carácter reflexivo, estilístico y personal. Las experiencias compartidas aquí pertenecen exclusivamente a la autora. La plataforma que aloja este contenido no participa, promueve ni se beneficia de posibles encuentros personales.
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